lunes, 9 de septiembre de 2013

San Lorenzo mantiene su vigencia

Tras la eliminación en la Sudamericana, ganó por 2-0 en Rosario, con buenas señales; Central, una tibieza gigante.-


ROSARIO.- San Lorenzo quiere retomar el rumbo. Se sacude como polvo en el pantalón algunas dudas, ratifica algunas señales saludables de funcionamiento y entierra con una victoria justa, el golpe al corazón que significó caer contra River en la Copa Sudamericana.
Ayer, sin sobrarle demasiado, pero entendiendo los momentos del partido, superó a un tibio Rosario Central, que cometió todos los pecados necesarios para irse con una derrota de un colmado Gigante de Arroyito. San Lorenzo sabe que está lejos del brillo, que su virtud, como la de todos los equipos de Juan Antonio Pizzi, pasa por la mesura, el saber recostarse en sus líderes, caso Ortigoza, y explotar el ataque con delanteros, a veces intermitentes, pero siempre al acecho.
Comenzó mejor Central. Como en partidos anteriores, su mejor semblante surge cuando presiona con intensidad, buscando el error rival. Reniega del pase como filosofía, y mezcla ganas con actitud. Así, buscó acorralar a San Lorenzo. Con Abreu de eje y gestor de ataques con profundidad. La más clara la tuvo el uruguayo de cabeza, pero Torrico voló y salvó su arco.
Los de Boedo tardaron varios minutos en recomponer filas. Ortigoza y Kalinski dominaron el medio, los laterales fueron un desahogo acertado y el Pipi Romagnoli hizo más eficiente su toque y su traslado. San Lorenzo llevó a Central a su propia maraña de imprecisiones.
Primero, García se lo sacó a Buffarini de manera espectacular, y luego Ruiz amenazó de media distancia. San Lorenzo encontraba los caminos y Cauteruccio, con su jerarquía, anotó un golazo. Un ataque mal manejado por los locales tuvo como contrapartida al plan de ataque perfecto. Asistencia de Ruiz, y un slalom con caño incluido a Ferrari, la pausa necesaria y el derechazo a la red del delantero. San Lorenzo era más y se lo hacía saber a su rival.
Sólo sufrió sobre el final, cuando Torrico se jugó con el cuerpo ante una asistencia de Abreu que Niell no conectó por centímetros. Luego, Central se hizo dueño del balón, pero no pudo enhebrar una jugada colectiva. La inexplicable presencia de Ballini, la inestabilidad de Carrizo y la liviandad de Encina le facilitaron el partido al visitante.
Con orden, buscando el contragolpe que definiera el encuentro, San Lorenzo dejó consumir el tiempo. Cada jugador cumplió en su rol, principalmente en el área defensiva, una actuación sin grietas. El caso de los centrales Alvarado y Gentiletti: no fallaron en toda la tarde. Central era pura impotencia.
Es cierto que los de Pizzi nunca se animaron a rematar el encuentro, y la diferencia de un gol dejaba con ilusiones a los canallas. Ése será un punto por tener en cuenta por Pizzi. Sobre el final vino la jugada polémica de Elizari y el gol de Villalba. San Lorenzo ya lo había ganado, desentrañando con inteligencia por dónde pasaba el partido. Supo defender, supo manejar el balón, supo atacar, todo en su medida justa. De hecho, el equipo fue la "figura" por sobre las individualidades, que con cuentagotas dieron un plus de juego.
Central, claramente, lo había perdido antes, no por la acción de Delfino, el árbitro del encuentro, sino por un planteo errático de su entrenador y la falta de variantes para modificar la ecuación.
San Lorenzo recupera el ánimo y ve un futuro más claro, con mayor proyección. Central lo pierde, se enreda en sus propias inconsistencias y oscurece su andar.
  • Debut en primera
    Manuel García regresó al arco de Central, por la suspensión de Mauricio Caranta. El arquero, de buena tarea, más allá de los golazos, hizo su presentación en primera, ya que actuó en la B Nacional.
  • Se cortó una buena racha
    El popular equipo rosarino cortó una interesante serie como local: estuvo invicto en 6 partidos, con 5 triunfos y apenas un empate.
  • Del abrazo a la polémica
    Antes del partido, Abreu y Romagnoli se saludaron y recordaron el exitoso pasado compartido en el Ciclón. Luego, el artillero se tiró en el área (no fue penal) y el volante pidió que fuera amonestado. Como Delfino lo ignoró y Pipi insistió, al final, la amarilla fue para el hombre de San Lorenzo.

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