domingo, 1 de diciembre de 2013

Belgrano: Belgrano goleó a Arsenal y lo bajó de la pelea


En Sarandí, la visita se impuso por 4-1 y dejó al equipo de Alfaro casi sin chances de conseguir el título.-

De repente, durante un rato largo, Arsenal deja de ser Arsenal. Y en consecuencia le toca pagarlo del peor de los modos: la posibilidad de ser campeón del torneo Inicial mucho se parece ahora a un horizonte imposible más allá de que las ciencias matemáticas cuenten que posibilidades hay en el horizonte vecino. Fue novedad y fue un golpe: lo golearon a Arsenal. Y el verdugo fue un especialista en ser verdugo, Belgrano de Córdoba, ese Pirata implacable. El mismo que en tiempos no tan lejanos fue capaz de la más cruel osadía: mandarlo al descenso al inmenso River, en pleno Monumental.
Quedó una impresión bajo el cielo de Sarandí: debe haber pocas cosas más incómodas que enfrentar a Belgrano en días decisivos. Lo sabe todo el fútbol argentino; se corroboró ayer, mientras la tarde se hacía noche ahí cerquita del Viaducto. El equipo cordobés -grupo bravo, metódico, intenso- ganó con una receta que el rival conoce a la perfección: el aprovechamiento integral de los errores ajenos, el recorte de espacios, la paciencia ante la ansiedad del adversario y esa contundencia que lastima en los momentos decisivos. Dicho de otro modo: el Arsenal de Alfaro probó de su propia medicina.
No fue un partido razonable. No resulta frecuente que Arsenal pierda de local (llevaba 10 encuentros sin caer en su cancha); y mucho más extraño es que le cobren un penal en contra allí. Más: ese penal, sancionado correctamente por Federico Beligoy, sucedió a los diez minutos. Y lo pateó el Picante Pereyra. Y fue gol y cambió el partido.
Arsenal conoce perfecto -quizá mejor que ningún otro de nuestro fútbol- el libreto del equipo austero, arduo, sólido, que sabe aprovechar su momentito, que actúa sin presiones, que golpea de nocaut cuando nadie lo espera. Pero al momento de tener que salir, le cuesta, se incomoda, tropieza. No le alcanza con sumar delanteros altos y con tirar centros. Los goles no suelen llegar. Como si le faltara esa parte del manual en la que se explica cómo se da vuelta un partido.
El gol de Esteban González -ese golazo de un todocampista como el flaco del número 32- fue una demostración: con el guión de Arsenal, Belgrano también se siente cómodo. Y aprovecha espacios, dudas, errores. Así fue todo el partido: cada búsqueda ofensiva, de contraataque, mucho se pareció a una daga clavada ante las posibilidades de Arsenal.
El descuento de Nervo, ese grito que inventó un entusiasmo en el público local, no cambió el escenario. Aconteció en la primera llegada del segundo tiempo, pero todo siguió igual: Belgrano recortó espacios hacia atrás, Olave continuó brindando garantías de seguridad, Arsenal siguió exhibiéndose como un equipo repetido. De todos modos, es cierto: ese tiro en el palo de Furch -a los 21- pudo haber modificado el resultado parcial y también los ánimos. Pero no sucedió. Y todo siguió igual.

Y a Arsenal le pasó, en el tramo final, lo que les suele pasar a sus rivales cuando lo enfrentan en ventaja: no le encontró la vuelta. Belgrano se fue transformando en una muralla. Se mostró sólido, impecable en la marca, astuto para encontrar espacios. El gol de Farré, consecuencia de un rebote de una estupenda contra comandada por Carlos Bueno, fue la sentencia. El gol en contra de Damián Pérez, tras otra destacada maniobra de Bueno, resultó el decorado. Cuatro goles al mismo Arsenal que había recibido sólo 14 tantos en 17 fechas. Belgrano -Pirata siempre- se quedó con todo. Para Arsenal le quedó una lección: cuando le copian la receta, debe buscar Plan B. Y también le quedó otra cosa: una tristeza enorme.

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